top of page

Abuso del diagnóstico de trastorno de estrés postraumático en los informes periciales



Cada vez es más frecuente encontrar en informes periciales el diagnóstico de trastorno de estrés postraumático. Muchos peritos consideran que ante cualquier tipo de desgracia la persona tiene un TEPT. Se está llegando a un punto en que el sufrimiento siempre es traumático, y por lo tanto siempre genera un TEPT. Cuando una persona sufre una situación traumática puede reaccionar de varias maneras. Unos tienen ansiedad unos días y vuelven a la normalidad. Otros (la mayoría) pueden tener síntomas de TEPT que remite en pocos días. Y sólo una minoría tiene un trastorno de estrés postraumático crónico.


Normalmente cuando se entrevista a la persona que ha sufrido el trauma nos relata que su vida ha cambiado, y que antes vivía una vida feliz y ahora su vida es gris y llena de tristeza. Los tests psicológicos disponibles ayudan a perfilar un poco el cuadro, pero son vulnerables a la manipulación, y tienen un margen de error importante. En algunos casos con TEPT grave los tests dan resultados compatibles con la simulación. Los tests son una herramienta útil y necesaria, pero no suficiente.


De unos años a esta parte me encuentro con que los informes periciales cada vez tienen una historia clínica más corta y una descripción más detallada de los resultados de los tests. Creo que esto es un error. Un buen informe pericial es aquel que sabe integrar en una argumentación coherente la anamnesis, los resultados de los tests psicológicos, y los elementos relevantes del expediente judicial.


Por si resulta de interés aquí recojo algunos datos que ayudan a entender si una persona tiene más o menos riesgo de padecer un TEPT.


Factores que pueden predecir la aparición del trastorno de estrés postraumático (TEPT)

El trastorno de estrés postraumático (TEPT) es una condición de salud mental que puede desarrollarse después de experimentar o presenciar un evento traumático. No todas las personas que atraviesan situaciones traumáticas desarrollan TEPT. La aparición del TEPT depende de una combinación de factores biológicos, psicológicos y sociales. A continuación, exploraremos los principales factores que pueden predecir la aparición del TEPT.


1. Características individuales


Historia de trauma previo: Las personas que han experimentado traumas previos son más susceptibles a desarrollar TEPT cuando enfrentan nuevos eventos traumáticos. Investigaciones indican que la exposición repetida a traumas incrementa la vulnerabilidad al TEPT (Brewin et al., 2000).


Salud mental preexistente: la presencia de trastornos mentales como ansiedad o depresión antes del evento traumático puede aumentar significativamente el riesgo de TEPT. Estudios han mostrado una fuerte correlación entre la salud mental previa y el desarrollo del TEPT (Ozer et al., 2003).


Genética y neurobiología: las predisposiciones genéticas y las diferencias en la estructura y función cerebral también juegan un papel importante. Por ejemplo, variaciones en genes relacionados con el sistema de respuesta al estrés pueden influir en la susceptibilidad al TEPT (Yehuda & LeDoux, 2007).


2. Características del trauma

Tipo de trauma: Los eventos traumáticos causados por humanos, como la violencia o el abuso, tienden a tener un impacto más profundo y duradero en comparación con los desastres naturales (Kessler et al., 1995).


Gravedad del trauma: La intensidad, duración y proximidad del evento traumático influyen significativamente en el riesgo de desarrollar TEPT. Cuanto más severo y prolongado sea el trauma, mayor es la probabilidad de desarrollar TEPT (Brewin et al., 2000).


Percepción del trauma: La manera en que una persona percibe y procesa el evento traumático también es crucial. Sentimientos de impotencia, traición o terror extremo pueden aumentar la probabilidad de TEPT (Ehlers & Clark, 2000).


3. Factores contextuales y sociales

Apoyo social: Un fuerte sistema de apoyo social puede actuar como un amortiguador contra el TEPT. Las personas con redes de apoyo sólidas tienen menos probabilidades de desarrollar el trastorno (Cohen & Wills, 1985).


Estrés posterior al trauma: El estrés continuo o la exposición a eventos estresantes adicionales después del trauma inicial pueden aumentar significativamente el riesgo de TEPT (Brewin et al., 2000).


Entorno cultural: Las creencias culturales y el estigma asociado con los problemas de salud mental pueden influir en la aparición y el tratamiento del TEPT. Las barreras culturales pueden impedir que las personas busquen ayuda adecuada (Norris & Alegría, 2005).


Edad y género: Las mujeres tienen una mayor probabilidad de desarrollar TEPT en comparación con los hombres. Además, la edad en el momento del trauma también influye, con ciertos grupos de edad, como la infancia y la adolescencia, siendo más vulnerables (Kessler et al., 1995).


4. Factores biológicos y fisiológicos

Respuestas biológicas al estrés: Respuestas exageradas del sistema nervioso autónomo y desequilibrios hormonales pueden predisponer a una persona al TEPT. Niveles elevados de cortisol, por ejemplo, han sido vinculados con una mayor vulnerabilidad (Yehuda et al., 1996).


Neurobiología: alteraciones en la estructura y función del cerebro, especialmente en áreas relacionadas con el procesamiento del miedo y la memoria, como la amígdala y el hipocampo, pueden influir en la susceptibilidad al TEPT (Shin et al., 2006).


Conclusión

El desarrollo del TEPT es un proceso multifactorial que depende de una interacción compleja entre características individuales, la naturaleza del trauma y factores contextuales y sociales. Identificar estos predictores es crucial para la prevención y el tratamiento temprano del TEPT, ofreciendo apoyo y recursos a quienes están en mayor riesgo.


Referencias

  1. Brewin, C. R., Andrews, B., & Valentine, J. D. (2000). Meta-analysis of risk factors for posttraumatic stress disorder in trauma-exposed adults. Journal of Consulting and Clinical Psychology, 68(5), 748-766.

  2. Cohen, S., & Wills, T. A. (1985). Stress, social support, and the buffering hypothesis. Psychological Bulletin, 98(2), 310-357.

  3. Ehlers, A., & Clark, D. M. (2000). A cognitive model of posttraumatic stress disorder. Behaviour Research and Therapy, 38(4), 319-345.

  4. Kessler, R. C., Sonnega, A., Bromet, E., Hughes, M., & Nelson, C. B. (1995). Posttraumatic stress disorder in the National Comorbidity Survey. Archives of General Psychiatry, 52(12), 1048-1060.

  5. Norris, F. H., & Alegría, M. (2005). Promoting disaster recovery in ethnic-minority individuals and communities. In Y. Neria, R. Gross, R. D. Marshall, & E. Susser (Eds.), 9/11: Mental Health in the Wake of Terrorist Attacks (pp. 413-430). Cambridge University Press.

  6. Ozer, E. J., Best, S. R., Lipsey, T. L., & Weiss, D. S. (2003). Predictors of posttraumatic stress disorder and symptoms in adults: A meta-analysis. Psychological Bulletin, 129(1), 52-73.

  7. Shin, L. M., Rauch, S. L., & Pitman, R. K. (2006). Amygdala, medial prefrontal cortex, and hippocampal function in PTSD. Annals of the New York Academy of Sciences, 1071(1), 67-79.

  8. Yehuda, R., & LeDoux, J. (2007). Response variation following trauma: A translational neuroscience approach to understanding PTSD. Neuron, 56(1), 19-32.

  9. Yehuda, R., Kahana, B., Schmeidler, J., Southwick, S. M., Wilson, S., & Giller, E. L. (1995). Impact of cumulative lifetime trauma and recent stress on current posttraumatic stress disorder symptoms in holocaust survivors. American Journal of Psychiatry, 152(12), 1815-1818.

  10. Yehuda, R., McFarlane, A. C., & Shalev, A. Y. (1996). Predicting the development of posttraumatic stress disorder from the acute response to a traumatic event. Biological Psychiatry, 40(5), 337-342.

Comments


bottom of page