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El equipo actual de dirige la política de Salud Mental del Ministerio de Sanidad ha lanzado propuestas para un plan de actuación de salud mental, en la que uno de los elementos estrella es la reivindicación de los derechos de las persona con trastorno mental grave. En el lamentable espectáculo que se dio en el Ministerio de Sanidad, cuando se presentó a la nueva Comisionada en Salud Mental se dio voz a una supuesta representante del colectivo de supervivientes de la Psiquiatría, que se despachó con contínuas descalificaciones hacia la profesión de psiquiatra, los psicofármacos y la terapia electroconvulsiva. Ver mi análisis, y mi respuesta a las críticas al TEC.
Es cierto que la atención al enfermo mental grave ha recurrido al clásico manicomio sobre el que se han escrito innumerables libros o películas, de la que quizás la más conocida es la de "Alguien voló sobre el nido del cuco". En los países del Este de Europa, antes de la caída del telón de acero, era frecuente el uso de la Psiquiatría como herramienta de represión de la disidencia política (consideraban que los países con un régimen comunista eran un paraíso, y quienes los criticaban tenían que estar locos para no darse cuenta del maravilloso paraíso en el que se encontraban). Pero esto es historia y las cosas han cambiado.
Me llama la atención que en otras especialidades médicas hay también movimientos de supervivientes de enfermedades pero que no critican a los especialistas médicos. Por ejemplo, hay asociaciones de supervivientes del cáncer, pero no se definen como supervivientes de la Oncología. Hoy en día hay innumerables asociaciones de pacientes, y en todas ellas hay dos elementos fundamentales en su discurso reivindicativo: 1) más recursos asistenciales, y 2) más inversión en investigación. También en Psiquiatría hay asociaciones de pacientes que siguen en esta línea, menos radical, pero no por ello menos reivindicativa.
Para las asociaciones radicales de supervivientes de la Psiquiatría el planteamiento es diferente. La idea-fuerza de su discurso es haber recibido un maltrato por parte del sistema asistencial y los agentes económicos que giran alrededor del sistema sanitario, por ejemplo la industria farmacéutica. Y estos argumentos han sido recogido por el Ministerio de Sanidad. Los elementos de su discurso son, entre otros:
Prescribimos psicofármacos porque estamos controlados por un capitalismo despiadado y nos influye la industria farmacéutica.
Usamos contenciones como una manera de maltrato sádico hacia los pacientes que están ingresados.
Ingresamos en contra de la voluntad del paciente porque no dedicamos tiempo suficiente a dialogar con nuestros pacientes y resignificar las experiencias de los pacientes. Nos reprochan no aceptar la "realidad no consensuada" de nuestros pacientes.
En el origen de este discurso hay varias causas. Por un lado hay un negacionismo de una realidad evidente, similar al que nos encontramos, por ejemplo, con el movimiento antivacunas. Y por otro, hay un una ideología política muy definida. En este segundo caso encontramos movimientos sociales neomarxistas que pretenden la "liberación de las clases oprimidas por el capitalismo salvaje". Una de estas clase oprimidas serían los pacientes psiquiátricos.
El Neomarxismo es una corriente de pensamiento que se desarrolla a partir del marxismo clásico, incorporando nuevas ideas y conceptos para adaptarse a las realidades sociales, económicas y políticas contemporáneas. Esta corriente integra aportaciones de diversas disciplinas y teorías críticas, ampliando el análisis marxista tradicional. A continuación, se presentan los elementos principales del neomarxismo:
La Teoría Crítica es uno de los pilares del neomarxismo, desarrollada principalmente por la Escuela de Frankfurt. Intelectuales como Theodor Adorno, Max Horkheimer y Herbert Marcuse critican no solo la economía capitalista, sino también la cultura, la ideología y la racionalidad instrumental que perpetúan la dominación social.
Hegemonía cultural. Antonio Gramsci, uno de los teóricos más influyentes del neomarxismo, introdujo el concepto de hegemonía cultural. Según Gramsci, la clase dominante mantiene su poder no solo a través de la coerción económica y política, sino también mediante la hegemonía cultural, es decir, el control de las ideas y valores que conforman la conciencia de las clases subordinadas.
Interseccionalidad. El neomarxismo contemporáneo a menudo incorpora la teoría de la interseccionalidad, desarrollada por Kimberlé Crenshaw, para entender cómo diversas formas de opresión (clase, género, raza, etc.) se solapan y se refuerzan mutuamente. Esto amplía el análisis marxista tradicional al incluir una comprensión más compleja de la desigualdad y la opresión.
Por otro lado está el Estructuralismo, una filosofía muy cercana al Neomarxismo y que ha influido en esta última. Surge en las ciencias sociales y humanas, especialmente en la lingüística (con Ferdinand de Saussure) y se extiende a la Antropología (con Claude Lévi-Strauss), la Psicología (con Jacques Lacan), y otros campos. Se centra en la idea de que las estructuras subyacentes, invisibles a simple vista, determinan las relaciones y prácticas sociales. Analiza sistemas de signos y cómo estos estructuran la realidad y la experiencia humana.
Hay un estrecho vínculo entre Neomarxismo y Estructuralismo. Un ejemplo claro de esta confluencia es Louis Althusser. Este filósofo francés combinó el marxismo con el estructuralismo para desarrollar una nueva interpretación del marxismo. Althusser reinterpreta la obra de Marx mediante un enfoque estructuralista, argumentando que las estructuras sociales (económicas, políticas e ideológicas) son relativamente autónomas pero interdependientes. Introduce conceptos como la "sobredeterminación" y el "aparatado ideológico del Estado", influyendo en el análisis marxista de las ideologías y su papel en la reproducción de las relaciones de producción.
Paradójicamente, Althusser estaba diagnosticado de trastorno bipolar y tuvo numerosos ingresos psiquiátricos. Durante una recaída en 1980 asesinó a su esposa, Hélène Rytmann. Althusser fue considerado inimputable y estuvo tres años ingresado en un hospital psiquiátrico. Había estado en tratamiento psicoanalítico durante años con un psiquiatra psicoanalista.
Desde la transición en España hace casi 50 años ha habido, y hay, varias generaciones de psiquiatras que tienen una perspectiva de su actividad profesional en el sistema público de inspiración neomarxista. Y son colegas con este enfoque los que están definiendo las políticas de salud mental del Ministerio de Sanidad. Cuando les llegan propuestas basadas en la evidencia científica consideran que detrás hay intereses ocultos de los grandes poderes capitalistas farmacéuticos, hay una hegemonía cultural que se añade a la coerción que ya, según ellos, ejercemos los psiquiatras sobre nuestros pacientes. Y también consideran que hay una relación entre los oprimidos por el sistema económico y los oprimidos por el sistema de salud mental (Interseccionalidad). Todo se entiende, según este enfoque, al analizar las estructuras ocultas de poder que se aprovechan del proletariado explotado, y de los enfermos mentales también explotados.
En todo este análisis neomarxista la ciencia es poco relevante. La investigación en salud mental en general, y la atención al paciente con trastorno mental grave, quedan en un segundo plano. Se descalifica a priori ya que este colectivo considera que la investigación la realiza una casta académica privilegiada, que sólo quiere mantener sus privilegios económicos que le vienen, sobre todo, de la industria farmacéutica. De este modo cualquier ensayo clínico publicado en una revista de prestigio queda descalificado, por principio. En este colectivo todo se analiza en clave social. En el marxismo clásico ya ha habido antecedentes de rechazo de la ciencia. En la época dura de la Rusia soviética, el presidente de la Academia de Ciencias de la URSS, Lysenko, rechazó las leyes de Mendel de la genética, defendiendo el lamarquismo. Algo que hoy llamaríamos pseudociencia.
Finalmente, destacar que el Neomarxismo tiene un enfoque antihumanista. Tanto el Estructuralismo como el Neomarxismo crítico (por ejemplo, Althusser) se distancian del humanismo. Critican las concepciones que ven a los individuos como agentes libres y autónomos, enfatizando en cambio las determinaciones estructurales que condicionan las acciones humanas. Todo ello recuerda el concepto de alienación del marxismo clásico.
En mi opinión las propuestas en salud mental de Ministerio de Sanidad tienen una inspiración neomarxista clara. En algunos de los documentos que han publicado solo se considera que el origen de las enfermedades mentales son solo sociales, y por ello la respuesta solo puede ser social. Por ejemplo, el trabajo es fuente de estrés, que repercute en la salud mental. Los profesionales tratamos a estos trabajadores con problemas de salud mental derivados del trabajo. Pero los profesionales de salud mental no podemos cambiar las condiciones laborales de estos trabajadores estresados. Para eso están los grupos políticos y el Gobierno.
Somos profesionales con vocación de ayuda al que sufre, pero no somos militantes de una ideología.
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