He encontrado un artículo interesante en la web de Psiquiatría crítica madinamerica.com sobre los prosumidores en la salud mental escrito por Max E. Guttman.
Primero analicemos el concepto de prosumidor. Fue definido por el futurólogo Alvin Toffler en 1980, en un libro titulado La Tercera Ola, y se refiere a que la distancia entre los roles de productores y consumidores en una actividad económica se va reduciendo, hasta el punto de que hay situaciones en las que los agentes económicos pueden desempeñar ambos roles. Un ejemplo de prosumidores son los ciudadanos que en sus hogares han instalado paneles solares en sus casas, y en unos momentos compran electricidad a la compañía eléctrica, y en otros venden el excedente de electricidad que generan.
El concepto ya existía antes de Toffler con el fenómeno de la autoayuda, que se hizo muy patente en los años 30 del siglo pasado durante la Gran Depresión. En una sociedad muy individualista como la americana en los momentos difíciles los sectores más desfavorecidos buscaban la ayuda mutua. Así surgieron los grupos de autoayuda en diferentes áreas de la vida social, y uno de ellos fue la salud mental. En el campo de las adicciones han tenido, y tienen, un gran protagonismo.
En su aplicación a la atención en salud mental Guttman entiende que un prosumidor es alguien que presta servicios de salud mental como un profesional, pero a la vez ha recibido atención en salud mental como paciente. Para Guttman (graduado en Trabajo Social) el haber padecido, él mismo, un trastorno mental supone un valor añadido a su actividad profesional.
En España se maneja ya desde hace algún tiempo el concepto de paciente experto. Por ejemplo, en la Comunidad de Madrid hay pacientes expertos que padecen enfermedades crónicas y que, en colaboración con un profesional sanitario participan en actividades educativas sobre cómo manejar los síntomas de la enfermedad. En el caso de las adicciones es frecuente encontrar centros de rehabilitación en los que ex-adictos a sustancias participan en el equipo asistencial.
Guttman, en su artículo, se queja del poco protagonismo que se da a estos pacientes expertos, o prosumidores, en la red asistencial de su país. Afirma que ya existe una academia de formación de pacientes expertos, en la que están debidamente acreditados. Este grupo maneja el concepto del Intentional Peer Support - IPS (Apoyo intencional de iguales) y consideran que su actuación se diferencia de la intervención tradicional en salud mental. Así lo explican en su web:
No comienza con la suposición de “un problema”. En cambio, a las personas se les enseña a escuchar cómo y por qué cada uno de nosotros ha aprendido a dar sentido a nuestras experiencias, y luego usar la relación para crear nuevas formas de ver, pensar y hacer.
El IPS promueve una forma de relacionarse 'informada por el trauma': en lugar de preguntar 'qué está mal', pensamos en '¿qué pasó'?
El IPS va más allá de la noción de individuos que necesitan cambiar y examina nuestras vidas en el contexto de nuestras relaciones y comunidades.
Las relaciones de apoyo entre pares se ven como asociaciones que permiten que ambas partes aprendan y crezcan, en lugar de una persona que necesita "ayudar" a otra.
En lugar de centrarnos en lo que debemos dejar de hacer o evitar hacer, se nos anima a avanzar hacia lo que queremos estar y hacia dónde queremos estar.
No creo que en el ámbito de la salud mental se vaya a introducir el modelo de paciente experto. La razón fundamental es que en algunas profesiones de salud mental hay un gran paro estructural, y generaría un gran malestar entre los profesionales que se introdujera este modelo, cuyos participantes serían vistos como una competencia profesional inaceptable.
El propio Guttman se queja de que a los prosumidores se les está dando un papel muy secundario en la actividad asistencial, realizando sólo tareas de acompañamiento o gestión del caso a un nivel muy básico. Pero plantea la cuestión que me parece interesante ¿Cuál debería ser el papel de prosumidor o paciente experto en la red de salud mental? O dicho de otra manera ¿qué valor aporta el conocimiento vivencial de la patología en la que pretende ayudar?
En un sistema asistencial cada vez más deshumanizado creo que podría tener un valor importante como persona de referencia. Por ejemplo, actualmente hay una gran movilidad de profesionales, por lo que es frecuente que los pacientes no tengan una relación de continuidad con el profesional. He visto muchos pacientes que se quejan de que en los últimos dos años han tenido cuatro o cinco psiquiatras diferentes. Con tanto cambio es difícil que se construya una alianza terapéutica sólida.
Guttman se lamenta de que esta actividad de los pacientes expertos no sea retribuida, ni cree que lo vaya a ser en el futuro. Personalmente, creo que únicamente puede ser viable a nivel de voluntariado, o mediante un convenio con una organización sin ánimo de lucro.
Además, estas intervenciones, sin la debida supervisión profesional, pueden derivar en situaciones complicadas. Los pacientes expertos tienen sólo su propia experiencia vital, pero carecen de experiencia profesional y formación. La práctica de la psicoterapia cuando no se tienen en cuenta conceptos como el encuadre, los límites, el manejo de la transferencia y contratransferencia, etc pueden derivar en daños al paciente que se pretende ayudar.
Finalmente, hay también una consideración médico-legal. Los pacientes expertos no son profesionales colegiados, no tienen un código deontológico al que someterse, no estarían cubiertos por las pólizas de responsabilidad profesional colectiva de las administraciones sanitarias. Si se produjera un desenlace no deseado estaríamos en un terreno complicado.
No obstante, creo que con el debido control y supervisión, los pacientes expertos en salud mental pueden ser de gran ayuda en la actividad asistencial. Nuestros sistema asistencial tiene deficiencias y huecos sin cubrir, sobre todo la falta de continuidad asistencial, y aquí pueden ser de gran ayuda.