Estoy en el Curso de Vitoria que acaba de cumplir treinta ediciones. Sus organizadores son siempre muy hospitalarios, y crean un ambiente que favorece la interacción e intercambio de opiniones entre psiquiatras de toda España (¡Enhorabuena Miguel y Edorta!). Ojalá todos los congresos tuvieran este estilo. He aprovechado la ocasión para conocer cómo está la profesión en nuestro país en las cenas y descansos entre sesiones del congreso.
Me he encontrado viejos amigos de toda España, y a todos les he hecho la misma pregunta ¿Hay plazas sin cubrir en donde tú trabajas? La respuesta ha sido unánime: en todos los servicios de psiquiatría hay plazas sin cubrir. La situación está así en Galicia, las dos Castillas, Cataluña, Extremadura, Andalucía, etc.
Los colegas me contaban anécdotas preocupantes. En un sitio habían tenido que cerrar un centro de salud mental porque se habían tenido que ir los psiquiatras a la unidad de hospitalización donde se habían producidos bajas y abandonos. En otro sitio me contaban que había un centro de salud mental que no tenía psiquiatras, y con perplejidad quien me lo explicaba decía que no entendía cómo podían funcionar, pero lo mantenían abierto. Otro ejemplo, un programa de prevención del suicidio que los políticos de turno habían anunciado a bombo y platillo no se había podido comenzar porque no había psiquiatras a quienes contratar.
Hay áreas sanitarias donde no han podido cubrir la plaza de coordinador de salud mental, y el coordinador del área vecina ha tenido que hacerse cargo de la gestión. Los MESTOS (Médicos especialistas sin título oficial), con funciones de psiquiatra, están aumentando, y muchos han venido de países sudamericanos con muy escasa formación. Esto ha hecho que se estén planificando cursos de formación financiados por la industria para enseñar los rudimentos del manejo farmacológico en las patologías más prevalentes.
Otro problema importante son las bajas de paternidad y maternidad, un derecho adquirido que, por supuesto, nadie cuestiona. Pero ahora hay bajas de maternidad y paternidad, y estas bajas suelen prolongarse con la lactancia, y algunos meses más de excedencia. Por lo que un servicio pierde a un psiquiatra durante un año. Y ahora mismo estas bajas son muy difíciles de cubrir porque hay exceso de ofertas de trabajo para los psiquiatras, y no son puestos muy apetecibles.
He preguntado por la listas de espera de las primeras visitas, y una cifra aproximada es seis meses. Es decir, que desde que un médico de atención primaria deriva el caso hasta que es visto por el psiquiatra pasan seis meses.
El movimiento de profesionales entre comunidades autónomas es muy habitual, y los psiquiatras jóvenes ya conocen cuáles son las comunidades que pagan mejores sueldos. No es raro encontrarse en el País Vasco psiquiatras de casi toda España, y sobre todo del norte de Castilla León. Y si a esto añadimos las ofertas astronómicas que están apareciendo para ir a Francia o países escandinavos no nos extrañaría que la escasez de profesionales vaya a más. En LInkedin están apareciendo ofertas de centros privados con sueldos superiores a los del sistema público en las grandes ciudades españolas.
Y a esto se va a añadir el año en que no saldrán especialistas, por el aumento de duración de la formación del MIR, de cuatro a cinco años, y la próxima jubilación de cientos de psiquiatras con una pirámide de población envejecida.
Entre tanto algunos líderes de la psiquiatría española siguen felicitándose por las inversiones que se van a hacer en salud mental, por ser un tema que está ahora en la agenda política. Creo que no se dan cuenta que todo ha cambiado, ahora no es cuestión de dinero, sino de falta de profesionales.
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